Amargo despertar
Sabes que estás soñando, disfrutas de ese momento de fantasía, en medio del océano, agarrado a un bote salvavidas cerca de la costa de China. Llegas a tierra y sin razón aparente empiezas a correr, atraviesas una ciudad palpitante de vida, ves como tus pies pisan piedras y cristales y es entonces cuando tienes una magnífica idea: Comprarte unos zapatos. Una pena que te despiertes en ese momento ya que hubiera sido interesante presenciar como comprabas unos zapatos sin dinero alguno.
Sabes que estás despierto, que los recuerdos que te llegan no son más que los restos de un sueño en tu memoria, y que los recuerdos que empiezan a aflorar son los de tu vida real. Recuerdas que tienes que estar triste, que te han dejado, que cada mañana es un suplicio. Y todo eso se cumple casi de manera inconsciente. No sabes que hacer, si ponerte a llorar, desayunar o intentar dormir un poco más y es entonces cuando tienes una magnífica idea: Limpiar la habitación. Te alegras de que no sea un sueño y de que estes haciendo algo relativamente útil por primera vez desde hace más de un mes.
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