¡Sedado y cargado!

No creo que vuelva a tomar estas pastillas porque así no hay forma de estudiar, ni de hablar con nadie. Por un lado sus efectos son deseados pero ¿a que precio? Como bien decía mi hermana el otro día, la persona debería ser capaz de gestionar y superar sus procesos emocionales sin ayuda externa (medicamentos en este caso). Y es verdad, ¿de que me sirve tomar una pastilla si luego a cada vez que me sienta mal tengo que recurrir a ella o a una más potente? Tampoco digo que haya que abrazarse al dolor estoicamente y hacerse marcas en la piel del antebrazo con un cuchillo, pero hay que ser uno mismo y solucionar sus problemas.
¡Ayer cociné pollo al limón! No me salió exactamente como lo hubiera querido pero también es verdad que no tenía todos los ingredientes necesarios. Cocinar me resulta bastante divertido aunque luego me resulte un fastidio tener que recoger, fregar, etcétera. Comer es una de las pocas cosas que llevamos haciendo no sólo los humanos, sino todos los seres vivos, durante millones de años. Se ha vuelto una tradición, se han formado miles de ramas de cocina, se ha experimentado con muchas gamas de sabores para, al final, acabar todos comiendo lo mismo. La industria, así como nuestra localización geográfica, nos imponen que productos podemos o no consumir.
Bueno, se me ha ido la cabeza, pastillas nunca más.
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